Una familia, un velero y el sueño de una vuelta al mundo
- Dario D'Atri
- 27 mar
- 10 Min. de lectura
Actualizado: 28 mar
Carmen, Uri y el pequeño Leo no se subieron a un velero para pasar unas vacaciones. Se subieron al Forquilla para cambiar de vida.

Lo vendieron todo, pusieron en pausa sus trabajos en el mundo de la industria cinematográfica y zarparon con rumbo abierto y el corazón lleno de preguntas. Hoy navegan por el Caribe, con más de 10.000 millas en la estela y una comunidad de cientos de miles de personas que siguen su aventura en redes sociales.
La historia de Forquilla es mucho más que una travesía náutica. Es una apuesta vital por lo esencial, por la libertad y por una manera de criar a un hijo en contacto con el mar y el mundo. Un proyecto así requiere determinación, pero también aliados. Gracias al apoyo de Grupo Navico y su marca B&G, el Forquilla cuenta con tecnología de navegación de primer nivel —como plotters, piloto automático y sistemas electrónicos avanzados— que hacen posible esta aventura familiar con seguridad y confianza.
En esta edición de La Bitácora del Role, charlamos largo y tendido con Carmen y Uri sobre cómo es realmente vivir navegando con un niño pequeño, cómo afrontan los desafíos técnicos, emocionales y económicos de su estilo de vida, y cómo el mar ha transformado su manera de entender el tiempo, la familia y la felicidad.

Nacho Gómez Zarzuela: En esta edición de La Bitácora del Role dejamos por un momento la vela de competición para contar una historia distinta, de esas que todos alguna vez hemos soñado. La historia del velero Forquilla y de sus protagonistas, Carmen, Uri y el pequeño Leo, es una aventura vital que seguro muchos envidiarán —y quizás hasta se animen a imitar. Uri, bienvenido. ¿Dónde estás ahora mismo?
Uri: ¡Hola! Pues ahora mismo estamos en las Islas Turcas y Caicos. Llegamos hace un par de días. Son islas rodeadas de fondos muy poco profundos, con unas aguas cristalinas impresionantes. Es un sitio alucinante.
Nacho: Cuéntanos, ¿qué es el proyecto Forquilla? Porque no es solo una aventura náutica, sino también un proyecto de vida, ¿no?
Uri: Exactamente. Carmen y yo venimos del mundo del cine, y desde antes de conocerla yo ya tenía esta idea en la cabeza: dejarlo todo e irme a vivir al mar. Pero hacerlo solo era complicado. Había estado mirando barcos durante años, sin decidirme. Hasta que rodé una película en Galicia y conocí a Carmen. Nos enamoramos muy rápido, y enseguida le conté mi idea. Su respuesta fue inmediata: “¡Vámonos!”. Y ahí supe que con ella sí podría hacerlo realidad.
Nacho: ¿Cómo encontrasteis el barco?
Uri: En menos de un año encontramos el Forquilla, un Jeanneau Sun Odyssey 45.2 que estaba en Sicilia. Fuimos a verlo y fue amor a primera vista: estaba bien equipado, en buen estado… Negociamos y lo compramos. Enseguida nos mudamos a bordo. Vendimos absolutamente todo por Wallapop en una semana y media. La casa quedó vacía; nos llevamos solo la ropa. Fue una locura, pero liberadora.
Nacho: ¿Cómo fue la adaptación al barco y al nuevo estilo de vida?
Uri: Empezamos por conocer bien el barco, hacer pequeños arreglos y cambios a nuestro gusto. Navegamos por el Mediterráneo, fuimos a Sicilia, luego pusimos rumbo a Grecia… y justo antes de salir de Palermo nos enteramos de que Carmen estaba embarazada. Así que decidimos volver a nuestro puerto base, descansar y tener a Leo. Lejos de frenar nuestro proyecto, su llegada fue el impulso definitivo: queríamos darle una vida diferente, enseñarle el mundo desde otro lugar.
Nacho: Uno de los temas que más curiosidad despiertan es el económico. ¿Cómo lo gestionasteis?
Uri: Es una de las preguntas que más nos hacen. La verdad es que somos bastante “hormiguitas”, muy austeros, y eso ayudó. Ahorramos durante años. Además, vivir a bordo reduce muchísimo los gastos. Hoy en día vivimos, los tres, con unos 1.000 euros al mes. Evidentemente, hay temporadas en las que trabajamos para recargar energías —y el bolsillo—. Por ejemplo, ahora en junio entra la época de huracanes en el Caribe y vamos a ir a Río Dulce, en Guatemala, a dejar el barco en dique seco. Allí aprovecharemos para visitar a la familia y también trabajar una temporada.
Nacho: ¿A qué os dedicáis en el cine?
Uri: Carmen trabaja en el equipo de dirección, como segunda ayudante, y yo soy operador de cámara.
Nacho: Algo que habéis hecho muy bien es cómo habéis contado vuestra historia en redes. Hoy en día tenéis más de 270.000 seguidores en Instagram. ¿Eso formaba parte del plan o surgió de forma espontánea?
Uri: Fue bastante natural. Ya teníamos abierta la cuenta de Instagram de Forquilla, aunque no le dábamos demasiada importancia. Pero cuando nació Leo, Carmen intentó retomar su carrera con una película… y no funcionó. Leo la necesitaba a su lado. Así que, con esa energía creativa que tiene, decidió volcarse en redes y relanzó el perfil con un vídeo que decía: “Nos vamos a dar la vuelta al mundo”. Y explotó.
Hoy tenemos, como decías, más de 270.000 seguidores en Instagram, y entre TikTok y Facebook sumamos en total 620.000 seguidores. La idea no era crear un canal técnico de navegación, sino compartir cómo es vivir a bordo, con un niño pequeño, de forma real, cercana. Contar la vida en el mar desde lo cotidiano.
Nacho: Además, esa forma de contar vuestra historia ha hecho que muchas marcas se interesen en colaborar con vosotros, ¿no?
Uri: Sí, eso ha sido una de las sorpresas más bonitas. Marcas como B&G y Mastervolt, de Navico Group, se pusieron en contacto con nosotros porque les gustaba lo que hacíamos. Gracias a ellos pudimos renovar completamente la electrónica del Forquilla. Nos instalaron dos plotters, piloto automático, sistema de baterías de litio… Cosas que, para una familia como la nuestra, con recursos limitados, serían imposibles de afrontar.
Nacho: Imagino que el piloto automático es clave para una travesía como la vuestra.
Uri: Totalmente. De hecho, tenemos dos, precisamente por seguridad. El equipo de B&G diseñó todo el sistema pensando en el tipo de navegación que hacemos. En la travesía de Canarias a Cabo Verde, la banqueta del primer piloto se rompió a mitad del camino. Si no hubiéramos tenido el segundo, habríamos tenido que llevar el timón a mano los cinco días restantes. Fue cambiar un enganche y seguir navegando. Tener esa red de seguridad es impagable.
Nacho: ¿Y a nivel energético? ¿Sois autosuficientes?
Uri: Bastante. Tenemos un sistema potente de placas solares y también un molino de viento, que aquí en el Caribe funciona muy bien. Aun así, hay días nublados en los que nos quedamos un poco justos y encendemos el generador. Pero en general, podemos decir que somos autosuficientes.
Nacho: Hablando de avances tecnológicos… El Starlink ha sido un game-changer para muchos navegantes, ¿verdad?
Uri: ¡Increíble! Estás en medio del océano y te puedes descargar el parte meteorológico en tiempo real. Eso da una tranquilidad enorme. Antes tenías que esperar los mensajes codificados de algún amigo en tierra… Ahora mandamos un WhatsApp cada día a la familia y subimos alguna foto para quienes nos siguen. Nosotros usamos una tarifa de 81 euros al mes, que funciona bien cerca de la costa, y otra por datos cuando estamos en travesía. En el cruce del Atlántico lo encendíamos un rato al día para descargar la meteo y saludar a todos.
Nacho: ¿Os habéis encontrado con situaciones difíciles en el mar? Supongo que con un niño a bordo todo se vive de forma distinta.
Uri: Sí, hemos tenido dos temporales serios, curiosamente en el Mediterráneo. El primero nos pilló a Carmen y a mí en Sicilia. Fue uno de esos días en los que el parte no refleja bien lo que pasa cerca de tierra. Aprendimos muchísimo de esa experiencia. El segundo fue en el Delta del Ebro, ya con Leo a bordo. Tenía apenas mes y medio. Ahí Carmen bajó con él al camarote, y yo me quedé arriba capeando el temporal. En esas situaciones uno se organiza como puede.
Nacho: ¿Y cómo lleva Leo la vida a bordo?
Uri: Increíblemente bien. Leo vino al Forquilla con solo nueve días y ha vivido aquí desde entonces. Lleva más de 6.000 millas navegadas. Está a punto de cumplir tres años y ha aprendido a gatear, caminar y vivir con la escora del barco como si fuera lo más normal del mundo. Cuando hay una situación complicada, él lo nota y sabe que tiene que estar tranquilo, sentarse en bañera y esperar. Es alucinante verlo.
Nacho: Uno de los debates que suele surgir con este estilo de vida es el de la socialización de los niños. ¿Cómo lo gestionáis?
Uri: Es una preocupación legítima, y mucha gente nos lo ha preguntado. Nosotros también lo tuvimos muy presente desde el inicio. Por eso bajamos a tierra siempre que podemos, para que Leo juegue con otros niños. En redes publicamos un vídeo sobre este tema que tuvo mucha repercusión, porque muestra la cantidad de pequeños que ha conocido Leo en este tiempo.
Una anécdota muy bonita fue en las Baleares, justo al empezar el viaje. Estábamos fuera de temporada, así que la mayoría de las familias eran extranjeras. Leo se acercaba a jugar con otros niños, pero no le entendían. Le explicamos que hablaban otros idiomas y le enseñamos a decir “hello”. Al día siguiente, fue directo a unos niños, les dijo “hello”, y al recibir respuesta se emocionó tanto que empezó a repetirlo 20 veces. Fue precioso. Ahora sabe un montón de palabras en inglés: animales, colores, saludos… Todo con naturalidad.
Siempre buscamos barcos con niños, y si hace “match” con alguno, nos quedamos más días. Para nosotros es muy importante que tenga relaciones sociales. No irá a la guardería, su guardería es el mundo: los delfines y los amigos que va haciendo por el camino.
Nacho: ¿Podríamos hablar un momento con Carmen?
Uri: Claro, dame un segundo, que estaba en el camarote. Mira, justo hoy es el Día del Padre y Leo me acaba de regalar un dibujo. ¡Un momentazo!.
Nacho: ¡Qué maravilla! Carmen, bienvenida. Qué valor habéis tenido. Muchos soñamos con una vida así, pero pocos nos atrevemos a dar el paso.
Carmen: Hola, muchas gracias. No sé si es valor o inconsciencia… supongo que una mezcla de las dos. Pero sin un poco de locura, la vida no ocurre.
Nacho: He visto que has escrito un cuento infantil inspirado en Leo y en vuestra historia. ¿Nos cuentas más?
Carmen: Sí. Yo siempre he sido muy activa, y cuando decidí parar un poco mi carrera por estar con Leo, sentí la necesidad de seguir creando. Cuando era bebé dormía siestas de dos horas, y yo me encontraba pensando: “¿Y ahora qué hago?”. Y este entorno es muy inspirador, tanto para crear vídeos como para escribir.
Me gusta mucho escribir, y pensé que sería bonito dejarle a Leo cuentos sobre lo que vive. El primero es una presentación, pero los siguientes ya son pequeñas aventuras: por ejemplo, uno en el que se queda dormido en cubierta y sueña que está en el espacio porque el mar refleja las estrellas. Son reflexiones suyas, ideas que se le ocurren con su lógica de niño, y yo las adapto a su lenguaje. La idea es que crezcan con él, que cada vez sean más complejos.
Nacho: ¿Habéis aplicado vuestros conocimientos del mundo del cine a la forma en que contáis vuestra historia?
Carmen: Sí, aunque de forma bastante inconsciente. Curiosamente, no somos grandes consumidores de redes sociales. No estamos pendientes de tendencias. Y creo que eso ha jugado a nuestro favor, porque hacemos contenido distinto. Una amiga mía, muy metida en redes, siempre me dice: “Lo vuestro es otra cosa”.
Nos centramos más en el contenido que en la forma. Por ejemplo, hay temas sobre los que no encontrábamos información en español, como el proceso de inmigración cuando llegas a un país en barco. ¿Qué papeles hay que presentar? ¿Qué se hace al llegar? Pues decidimos contarlo nosotros. Intentamos explicar las cosas de forma clara, pensando tanto en quien sabe de náutica como en quien está empezando.
Intentamos recordar siempre cómo fue empezar. Muchas veces, cuando uno aprende cosas nuevas, las empieza a dar por hechas. Pero si nunca has navegado, conceptos como “proa” o “escora” pueden sonar a chino. Por eso queremos contar desde la perspectiva de quien está empezando. Intentamos que quien no sabe nada entienda lo que contamos, sin aburrir a quienes ya tienen experiencia.
Seguimos a muchos creadores que explican cosas muy técnicas, y nos encanta aprender de ellos, pero nuestro enfoque es otro. Contamos cómo vivimos, lo que vamos descubriendo, sin pretender dar lecciones. Eso también es lo que ha conectado con tanta gente.
Nacho: Y una curiosidad más, casi profesional… ¿Por qué no estáis en YouTube? Tenéis muchísima fuerza en Instagram, TikTok, Facebook, pero YouTube no lo tenéis activo.
Carmen: ¡Uf! Por falta de tiempo, literalmente. Tenemos muchísimo material grabado en horizontal, con idea de hacer algo en YouTube o incluso un documental algún día. Pero ahora mismo, entre el barco, Leo y todo lo que implica esta vida nómada… no damos abasto.
Yo edito todos los vídeos con el móvil. Grabo, escribo, edito todo desde ahí. Tenemos una cámara buenísima que compramos con toda la ilusión, y apenas la usamos. No nos da la vida. Y aunque nos encantaría hacer más cosas, por ahora nos centramos en lo que podemos abarcar.
Nacho: Pues quedamos todos esperando ese documental con ganas. Solo me queda daros las gracias de corazón por compartir vuestra historia. Es profundamente inspiradora para cualquiera que sueñe con hacerse a la mar.
Carmen: Gracias a ti. Siempre es un placer hablar con gente que nos hace preguntas con profundidad, desde la pasión por el mar. Antes de empezar esta vida, escuchar historias como la nuestra fue lo que nos animó a dar el salto. Así que, si esto le sirve a alguien para decidirse, ya ha valido la pena. Hace poco nos escribió una señora mayor que nos dijo que nunca había navegado, pero que, tras seguirnos, se había comprado un barco y empezaría desde cero. ¡Eso es una maravilla! Nunca es tarde, y la vida está para disfrutarla.
Comments