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A un mes de La 80° Rolex Sydney Hobar: la regata imposible

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Hay regatas que son competiciones. Y hay otras que, por su historia, dureza y magnetismo, se convierten en cultura. La Rolex Sydney Hobart Yacht Race pertenece a esta segunda categoría. Este 2025 celebra nada menos que 80 ediciones, consolidando su estatus como uno de los grandes mitos de la vela mundial.


Con una participación que supera los 130 barcos, entre ellos cinco maxis de 100 pies, la salida del 26 de diciembre volverá a ofrecer una de las estampas más icónicas del deporte: una flota rugiendo por la bahía de Sídney rumbo a una de las travesías más exigentes del planeta.



El ADN de una leyenda



Desde que en 1945 el capitán de la Royal Navy John Illingworth respondiera aquello de “lo haré, si lo conviertes en una regata”, la Sydney Hobart ha encarnado el espíritu más puro de la navegación oceánica: aventura, incertidumbre y resistencia.


A lo largo de ocho décadas, la prueba organizada por el Cruising Yacht Club of Australia (CYCA) y patrocinada por Rolex desde 2002 se ha convertido en la piedra angular de la vela del Hemisferio Sur. Su recorrido —628 millas náuticas desde Sydney Heads hasta Hobart, cruzando el volátil estrecho de Bass— es un examen técnico y mental que no siempre perdona.


Los que han estado allí lo describen como una mezcla de respeto, temor y atracción inevitable.



Tom Slingsby: de espectador a protagonista



En ese universo de relatos marinos, pocos encajan tan bien como el del australiano Tom Slingsby. Creció viendo la salida desde la orilla, soñando con competir algún día en la prueba que marcaba cada verano australiano. Tras lograr el oro olímpico en Laser en 2012, cumplió otro de sus objetivos vitales: participar —y ganar— la Sydney Hobart.


Su victoria de 2016, a bordo del maxi Perpetual Loyal, no fue una más: batieron el récord de la prueba. “Es una regata que te define como regatista”, recuerda Slingsby. Para él, la Sydney Hobart es cultura marítima australiana en estado puro.



El reto que seduce a los mejores



El atractivo de esta regata es tan grande que incluso figuras que lo han ganado todo, como Sir Ben Ainslie, han sentido la necesidad de medirse al estrecho de Bass. Ainslie habla de la prueba como una lección extrema de gestión del riesgo, trabajo en equipo y resiliencia: tres de los pilares que sostienen la alta competición moderna.


En la Sydney Hobart, cada decisión cuenta. Cada racha puede cambiar un liderato. Cada amanecer puede traer viento huracanado o una encalmada dramática en el río Derwent. Ninguna edición es igual a la anterior.



La salida del 26 de diciembre, justo después del Boxing Day, es uno de los espectáculos más imponentes del calendario náutico. Miles de personas siguen la flota desde la costa o desde pequeñas embarcaciones. Tras dejar atrás los míticos Sydney Heads, comienza una carrera que alterna velocidad pura con navegación táctica, y grandes temporales con noches de calma absoluta.


La llegada a Hobart, en plena madrugada o bajo el sol australiano, conserva una tradición única: la ciudad recibe a cada barco con una mezcla de fiesta, respeto y admiración, sea o no un líder de la flota.



Tattersall Cup: el premio que importa



Aunque los maxis se llevan la atención mediática por la victoria en tiempo real, el trofeo más prestigioso es el Tattersall Cup, reservado al vencedor en tiempo compensado. Es el premio que distingue al barco mejor navegado, independientemente de su tamaño.


Es un recordatorio de que en esta regata, más que en casi ninguna otra, la experiencia y la consistencia pesan tanto como la velocidad. Los ganadores recientes —Philip Turner, Matt Allen, Sam Haynes— son ejemplos de perseverancia: campeones que necesitaron años de intentos antes de levantar el trofeo.



Una batalla de gigantes



En la lucha por la victoria en tiempo real, esta 80ª edición promete un duelo histórico. Los cinco maxis de 100 pies inscritos —LawConnect, Master Lock Comanche, SHK Scallywag 100, Wild Thing 100 y el recién incorporado Palm Beach XI— representan lo más avanzado en diseño, ingeniería y navegación oceánica.


Detrás de ellos, el recuerdo del récord fijado en 2017 por LDV Comanche (1 día, 9 horas, 15 minutos, 24 segundos) sigue siendo un desafío abierto.



Celebrar 80 ediciones significa celebrar miles de historias: navegantes que cruzaron el estrecho de Bass por primera vez, tripulaciones que se curtieron en sus temporales, jóvenes que dieron aquí el salto a la alta competición, veteranos que regresan año tras año porque no imaginan un cierre de año sin esta prueba.


La Rolex Sydney Hobart no es sólo una regata. Es una tradición que conecta generaciones, un rito oceánico y un recordatorio de lo que significa enfrentarse al mar con determinación, preparación y respeto.


En palabras de quienes la han vivido, participar es un honor. Terminarla, un privilegio. Ganarla, un lugar eterno en la historia de la vela.

 
 
 

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